Archivo de la etiqueta: Manuel Chaves Nogales regresa a España por Vicente Puchol

Manuel Chaves Nogales regresa a España

En menos de cinco años, una nación civilizada, España, regresó a la barbarie primitiva. La cultura, acumulada durante siglos, fue barrida por las ametralladoras, y muchos festejaron la abolición de la libertad de pensamiento, bebiendo un vino salvaje.

Chaves Nogales regresa a España

Manuel Chaves, un periodista de renombre, liberal ante todo, fue hostilizado por su equilibrio, desde 1936, en que comenzó la guerra civil y, por fin, amenazado de muerte por todas las fuerzas desatadas de cualquier signo, que le obligaron, en 1937, a huir a Inglaterra, donde no fue acogido según su condición, y malvivió los años que le quedaron hasta su muerte. En estos años postreros, arrastró una vida errante y desubicada por el extravío de su país, viendo con horror al rencor y la ira anegarlo todo. La vida en común de los españoles había involucionado, arrasando la civilización y disciplinando los odios, que se corporeizaron en unas fuerzas guerreras, sedientas de exterminio, y afanadas, en una y otra parte, por crear un orden frío, que lo dominase todo.

En esta involución de su país, vio tambalearse la naturaleza humana, y a la humanidad mirar hacia otro lado, pues la tragedia de España no atañía a ningún país. A estos, sobre todo, a los europeos, se les había apoderado  una fiebre colonizadora, lanzándose al continente africano a acumular no solo riquezas materiales, sino también capital humano entre los desnudos africanos, convirtiéndolos en moneda de cambio.

¿Qué podía hacer él por su país? ¿Cómo contener la atroz ambición de los países colonizadores? ¿La civilización había fracasado? ¿Soy yo un hombre equivocado?, se dijo.

Tales eran las reflexiones de Manuel Chaves durante los años de su exilio.

Setenta años después de su muerte, Manuel Chaves regresó a España. Un hecho inexplicable para historiadores y científicos. Todos los habitantes de la piel de toro, cuando huyó de ella, estaban naturalmente muertos, y tampoco existía entre sus sucesores ninguna memoria histórica de él.

Al principio, la vertebración del país en una red de trenes de alta velocidad, le hizo olvidar, por un momento, la España invertebrada de Ortega y Gasset. Pero a medida que recorría el país, se le hicieron confusas las nuevas construcciones para las ciencias, las artes y  la investigación, pues España, en cuanto a educación, estaba a la cola de los países europeos. Se informó que existían aeropuertos vacíos de aviones y pasajeros, pero lanzados al futuro. Que se habían ensanchado las aceras para rebajar los índices de paro. Que de los estudios medios se habían suprimido las humanidades y la filosofía, con un afán renovador que España nunca tuvo.

En una importante exposición de arquitectura y artes plásticas, se celebraba su éxito, y a la mesa principal, donde banqueteaban las autoridades y los próceres, se acercó un caballero jubiloso, con los brazos en alto, diciendo eufórico a los comensales: “¡Estoy imputado!” Todos lo acogieron alborozados, haciéndole un sitio entre ellos. En un debate público, vio a dos líderes políticos, injuriarse, calumniarse, e insultarse, y aparecer, días después, dándose la mano ante los medios de comunicación.

También se informó que España había quedado limpia de delincuentes habituales, porque habían surgido organizaciones criminales de entre políticos de diferentes partidos, y altos dirigentes de entidades privadas. El virus de la corrupción se había extendido por toda España, sin dejar inmune a ninguna comunidad.

Manuel Chaves despertó con el corazón palpitante, pero, poco a poco, se calmó de su angustiosa pesadilla.

 

Vicente Puchol
Valencia, enero 2016